Saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.

Ayer, al acabar el partido, una niña de unos 5-6 años se acercaba a nuestro fondo llorando desconsoladamente. Esa niña, vestida con la camiseta que el equipo de nuestro pueblo luciría ayer con motivo especial, nos hizo reflexionar y poner todo en perspectiva, ya que para valorar lo conseguido siempre es preciso saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos.

La temporada actual comenzaba en mitad de una situación de emergencia sanitaria, con cambio de directiva y la confección de una plantilla en un entorno y contexto de total incertidumbre. Nadie podría confirmar que dicha temporada podría disputarse y esto condicionaría a muchos clubes; ya que los presupuestos se verían minados por la posibilidad de tener que disputarse sin público la mayoría de partidos.

Adicionalmente a lo mencionado en el párrafo anterior, el formato diseñado para la competición quedaba modificado, conformando dos grupos de 11 equipos en el que nos mediríamos, de inicio, a tres clubs capitalinos de Castilla-La Mancha

con experiencia y bagaje en Segunda b y con unos presupuestos bastante más cuantiosos que el nuestro: Toledo, Conquense y Guadalajara. 

Además, sobre el papel, sabíamos de la competitividad de otros conjuntos experimentados en la categoría como Tarancón, Madridejos, Torrijos, o de poblaciones mayores que el nuestro y colindantes con Madrid con la ventaja que esto supone a la hora de acometer fichajes como Illescas, Marchamalo o Azuqueca.

Una vez decididos los grupos, los esfuerzos de la renovada directiva se centrarían en confeccionar una plantilla competitiva con una base clara y diferenciadora de la mayoría de equipos, formada por entrenador y jugadores locales; signo de identidad de nuestro club (por ejemplo, sin ir más lejos, 4 jugadores locales en el once titular que venció al Toledo en casa).

Decíamos al principio, de la importancia de ponerlo todo en perspectiva y de ver de dónde venimos para ver hacia dónde vamos, porque el equipo, tras la derrota en el Salto del Caballo, estaba en descenso en la jornada 5 con sólo dos puntos en el casillero.

Hubo de esperar hasta el partido de Pedroñeras, en casa, para inaugurar el casillero de victorias en un encuentro, por cierto, con 5 jugadores locales en el once titular, y, sobre todo, a la visita a Madridejos para cambiar la tendencia y comenzar a sumar por tres en la mayoría de partidos; en una racha que trajo 5 victorias consecutivas y una imbatibilidad que asentó al equipo en los puestos de arriba de la clasificación.

  

Y es precisamente el derby de Madridejos el que cambia la tendencia del club y en el que la comunión equipo-afición toma un mayor nivel con partidos para el recuerdo, como el disputado en casa contra Tarancón (entonces líder) y Conquense o el desplazamiento masivo a Azuqueca...

 

 

 

 

 

 

 

 

Una vez materializada la permanencia, el equipo disputaba la parte final del campeonato con opciones reales de jugar el play off de ascenso a Segunda b, donde para ello tenían que darse dos variables: ganar y esperar a que el Guadalajara no hiciera lo propio en Marchamalo. 

Al final, el destino quiso que tan sólo se diera una parte de la variable que señalábamos antes y ayer perdimos. Sí, pero lo hicimos dando la cara, con medio equipo de baja, con dos tiros a los postes, con jugadores titulares lesionados de gravedad, con 4 chavales del pueblo en el campo y las gradas llenas, con un fondo orgulloso de los suyos y con el aplauso del equipo visitante a nuestra grada que en mitad de su celebración cruzaron todo el campo para reconocer nuestra labor y sentimiento. 

 

Las lágrimas de esa niña nos hacen tener los pies en el suelo, nos animan a seguir trabajando con ilusión, a no dejar de pelear con humildad y a valorar lo conseguido en esta temporada HISTÓRICA... 

Esas lágrimas nos hacen saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos.

 

¡Sigamos soñando!

Frente Panocha ❤️💙⚽️